sábado, 6 de octubre de 2012

Don Antónimo


DON ANNIMO

Don Antónimo
vivía en una casa
que no era
ni vieja, ni nueva,
ni alta, ni baja,
ni cara, ni barata,
ni bonita, ni fea,
ni blanca, ni negra,
ni limpia, ni sucia,
ni ancha, ni estrecha.

Don Antónimo no sabía
si subir o bajar,
entrar o salir,
abrir o cerrar,
ir o venir,
reír o llorar,
hablar o callar,
ahorrar o gastar.

Don Antónimo no estaba
ni alegre, ni triste,
ni cuerdo, ni loco,
ni contento, ni enfandado,
ni feliz, ni infeliz,
ni despierto, ni dormido,

Don Antónimo, un día,
se dio cuenta que su vida
era un sinvivir.

Con algún dinerillo compró
una casa normal,
-pero con buhardilla_
cogió gusto a subir y a bajar.
La pintó de color y,
a la sombra, plantó en el jardín,
mil violetas y, bajo el balcón,
puso bungavillas.

Don Antónimo entraba y salía,
cada vez que le apetecía
y la casa cerraba,
cuando se acostaba
y la casa abría
al venir el día.

Y llorar, para qué...
Ya solo reía
Con amigos,
_dentro del jardín_ 
hablaba y hablaba,
de noche y de día.

Más alegre y más cuerdo que nunca,
desde entonces,
_tal y como cuento_
duerme a pierna suelta,
feliz y contento.

                            Carlos Blanco Sánchez
            Salamanca, lunes 1 de diciembre de 2008