lunes, 20 de septiembre de 2010

CASIMIRO Y LA TABLA DE MULTIPLICAR

Casimiro llegó a clase sin saberse la Tabla de Multiplicar. No era torpe, lo que pasaba era que no la estudiaba.
Sus compañeros, incluso los más pequeños, se reían de él y, para animarlo y evitar las mofas, comencé en clase este poema para él y a todos les hizo mucha gracia.
Me rogaron que para el día siguiente lo tuviera terminado y lo leeríamos en el aula. Así lo hice y este fue el resultado.

CASIMIRO Y LA TABLA
DE MULTIPLICAR

Si cuatro por tres son doce,
y ocho por cinco cuarenta,
por qué al pobre Casimiro
nunca le sale la cuenta.

Siempre está muy despistado.
No aprende a multiplicar
y, paciente, su maestro,
intenta hacerle pensar.

-Casimiro, fíjate
y aprende bien la lección:
Si dos por cuatro son ocho,
¿cuántas son cuatro por dos?

-Cuatro por dos...
-¡Piensa bien!
-Cuatro por dos...
¡Qué sé yo!
Si me pregunta al revés
me preparo un buen follón...
Sólo sé que
dos por cuatro
son ocho y cuatro por dos...
¡Espere, que me lo sé!
Si cuatro por dos son ocho,
dos por cuatro... dos por cuatro...
¡Ocho son!

-¿Ves qué fácil, Casimiro?
Siempre has de tener en cuenta
que, para multiplicar,
a ambos puedes dar la vuelta
y que al decir dos por cuatro,
o al decir cuatro por dos,
el resultado es el mismo.
¡Piensa un poco, por favor!

Está loco de contento
por saber multiplicar;
aunque Casimiro sabe
que la tabla ha de estudiar.

Autor:
Carlos Blanco

-Después de esta experiencia, los compañeros de Casimiro nunca más volvieron a reirse de él. Ahora sabe multiplicar mejor que ellos. ¡Qué no podrá hacer la Poesía!