viernes, 10 de abril de 2009

"HUEVO DE PASCUA" ... ¡De dos yemas!

Seguro que much@s de vosotr@s, -los que ya no somos tan niños- a la hora de "escachar" un huevo para freír, o al ir a hacer una tortilla, habéis visto -con gran sorpresa- que tenía dos yemas.
Nada frecuente para quienes viven en la ciudad y tienen la costumbre de comprarlos en el hipermercado.
Los que, aún viviendo en la ciudad, tenemos la posibilidad de comprarlos caseros, es decir, de gallinas que campan a sus anchas por un prado o un corral; que comen las hierbas, el grano y los insectos que quieren, además del pienso que les echan sus dueños, es aún normal que podamos sorprendernos al contemplar dos hermosas yemas de un mismo huevo.
Para los que no lo habéis visto nunca, aquí los tenéis.
El de la sartén es un huevo de dos yemas, cuya cáscara era blanca, no extremadamente grande, pero sí hermoso. Antes de "escacharlo," ya lo presentí y me dije:
-¡Este es de dos yemas! Y así fue.
El del plato, -también de dos yemas- era de cáscara oscura; de los que reciben el nombre de "morenos." No soy adivino pero, puedo aseguraros que, también lo intuí. No os miento.
Este era mucho más "gordito" y parecía que era más fácil adivinarlo. La verdad es que te llevas una gran sorpresa al verlos aparecer, como por arte de magia.
A pesar de que su aspecto exterior era diferente en ambos casos, por ser sus cascarones blanco y moreno; en el plato son exactamente igual. Son comestibles y tienen el mismo sabor.
La diferencia que tienen con los que se compran en los hipermercados es que, en "los caseros," la yema es de un color naranja intenso. Puede apreciarse a la hora de "untar" el pan o en el caso de que se utilicen para rebozar, pues el rebozado también tiene ese color anaranjado intenso.
Son exquisitos y a los niños les causa una hermosa sensación y, no sé por qué, pero... siempre se los quieren comer ellos y la verdad es que, casi siempre, es así.
¿Os cuento un secreto?... El de la sartén me lo comí yo pero, solo por esta vez.
He de deciros que los huevos son de las gallinas de mi amiga Mari Paz. Tiene un corral enorme y en él, el gallo y las gallinas viven felices, lejos del hacinamiento de sus congéneres en las grandes granjas avícolas.
La próxima vez que me sorprenda con otro huevo de dos yemas, ya os contaré si era blanco o moreno y quién se lo comió.