Sus compañeros, incluso los más pequeños, se reían de él y, para animarlo y evitar las mofas, comencé en clase este poema para él y a todos les hizo mucha gracia.
Me rogaron que para el día siguiente lo tuviera terminado y lo leeríamos en el aula. Así lo hice y este fue el resultado.
CASIMIRO Y LA TABLA
DE MULTIPLICAR
Si cuatro por tres son doce,
y ocho por cinco cuarenta,
por qué al pobre Casimiro
nunca le sale la cuenta.
Siempre está muy despistado.
No aprende a multiplicar
y, paciente, su maestro,
intenta hacerle pensar.
-Casimiro, fíjate
y aprende bien la lección:
Si dos por cuatro son ocho,
¿cuántas son cuatro por dos?
-Cuatro por dos...
-¡Piensa bien!
-Cuatro por dos...
¡Qué sé yo!
Si me pregunta al revés
me preparo un buen follón...
Sólo sé que
dos por cuatro
son ocho y cuatro por dos...
¡Espere, que me lo sé!
Si cuatro por dos son ocho,
dos por cuatro... dos por cuatro...
¡Ocho son!
-¿Ves qué fácil, Casimiro?
Siempre has de tener en cuenta
que, para multiplicar,
a ambos puedes dar la vuelta
y que al decir dos por cuatro,
o al decir cuatro por dos,
el resultado es el mismo.
¡Piensa un poco, por favor!
Está loco de contento
por saber multiplicar;
aunque Casimiro sabe
que la tabla ha de estudiar.
Autor:
Carlos Blanco
-Después de esta experiencia, los compañeros de Casimiro nunca más volvieron a reirse de él. Ahora sabe multiplicar mejor que ellos. ¡Qué no podrá hacer la Poesía!
2 comentarios:
Sencillamente genial.
Sigo insistiendo: ¡qué suerte tienen tus niños!
Un superabrazo conmutativo.
S.
Pues que lástima que yo ya no tenga niños a los que enseñar. Si todavía los tuviera, seguro, seguro que tu lección les iba a explicar.
Y aún así, cualquier día de estos me paso por el colegio y a mi compa, le dejo tu experiencia.
O sea, que la copio con tu firma y de tu puño y letra, se la dejo a mi compañera.
Claro está con tu premiso, Carlos.
Un beso fuerte, genial poeta.
Lía
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